La vida de Julia Martel dio un giro inesperado a los 28 años, cuando, tras una recomendación médica de incluir deporte en su vida, decidió adentrarse en el mundo del arbitraje. Sin experiencia previa en actividad física ni interés en el fútbol, su decisión surgió de manera casi fortuita al ver un anuncio en su edificio en la capital grancanaria sobre cursos para árbitros. Lo que parecía una elección práctica por proximidad, se transformó en un desafío personal. «Quería demostrar que podía ser jueza en un deporte dominado por hombres», recuerda.
En 1980, Julia se convirtió en la primera mujer árbitro de España, un hecho que no pasó desapercibido. Medios nacionales la entrevistaron, comparándola con Angie Dickinson, protagonista de una serie sobre la primera mujer policía. Sin embargo, este hito también le generó críticas y enemigos. A pesar de ello, recibió el apoyo de figuras clave como el presidente del comité arbitral Juan Martín Sosa, y colegas como Blas Herrera e Ibrahim.
Determinación frente a la adversidad
La trayectoria de Julia no estuvo exenta de obstáculos. Al incorporarse al colectivo arbitral, enfrentó intentos de rechazo por su género. Sin embargo, su determinación prevaleció. Su debut ocurrió en un campo de tierra en Valsequillo, bajo la atenta mirada de la junta directiva del colegio arbitral, que quedó impresionada con su desempeño. Desde entonces, enfrentó improperios y tensiones, pero nunca perdió su temple. En una ocasión, durante un partido de Tercera División, encaró a un jugador agresivo con una pregunta que lo desarmó: “¿Qué, vas a pegarme?”. Este carácter inquebrantable le permitió dirigir durante décadas sin que la violencia en el campo llegara a tocarla.
Compromiso más allá del silbato
Julia no se limitó a dirigir partidos. Como árbitra, incluía informes detallados sobre las precarias condiciones de algunos campos y vestuarios. Estas observaciones incomodaban a muchos, pero también generaron mejoras gracias al apoyo de autoridades como el concejal José Antonio Medina en Telde. Julia recuerda con orgullo que su labor no pasó desapercibida ni fue en vano.
Incluso embarazada de cinco meses, continuó arbitrando partidos, consciente de los riesgos pero determinada a cumplir sus responsabilidades. Su carrera alcanzó su punto más alto en la Tercera División, donde dirigió encuentros con gran rivalidad, superando siempre las adversidades con profesionalismo.
De pionera a formadora
Tras 26 años de carrera, Julia se retiró en 2006 habiendo desempeñado roles como árbitra, informadora y formadora. En su municipio natal, fundó un centro de formación arbitral del que surgieron numerosos árbitros, incluidos sus propios hijos. También fue vocal de la Federación Territorial de Fútbol, consolidando su legado en un mundo que ayudó a transformar.
Julia reflexiona sobre su impacto al abrir camino para mujeres como Marta Huerta de Aza, la primera colegiada en la Liga Profesional. «Necesitamos más mujeres liderando en el arbitraje y en los estamentos deportivos», afirma.
Un legado imborrable
A sus 73 años, Julia Martel es un ejemplo de coraje y perseverancia. Su historia, reconocida con numerosos galardones, inspira a futuras generaciones, incluida su bisnieta, quien juega con el silbato que recibió en su retirada. Como ella misma resume: “Hice todo por ilusión y, aunque no gané todas las batallas, logré cambiar algo para bien”.
