El arqueólogo y divulgador Néstor F. Marqués explora en su más reciente libro los secretos del entretenimiento en la Antigua Roma, invitándonos a un fascinante recorrido histórico.
En pleno auge del estreno de Gladiator II, una de las secuelas más esperadas en años, no es de extrañar que hayan surgido numerosas publicaciones sobre la Roma antigua y sus espectáculos. Entre ellas destaca Gladiadores: espectáculos y ocio en la antigua Roma (Espasa), obra del historiador y arqueólogo Néstor F. Marqués, quien ha optado por una propuesta original: un viaje en el tiempo hacia la Roma imperial, guiado por su experiencia como creador de Antigua Roma al Día. Este proyecto cuenta con 347.000 seguidores en X y 98.000 suscriptores en YouTube, lo que asegura su enfoque ameno y detallado.
El lector se traslada al año 96 d.C., en pleno reinado del emperador Domiciano, conocido por su controvertida reputación. Según Marqués, este periodo permite desmontar prejuicios históricos y destacar aspectos como su eficacia administrativa y la popularidad que gozaba entre la ciudadanía, a pesar de las críticas de cronistas hostiles como Suetonio.
El libro describe con precisión cómo era la Roma de entonces, gracias a las detalladas fuentes históricas y arqueológicas disponibles. Además, el contexto elegido no es casual: septiembre de ese año estuvo repleto de eventos, desde combates de gladiadores hasta carreras de carros y competiciones atléticas. Fue también la celebración de los 15 años de gobierno de Domiciano, un momento inmejorable para explorar el ocio romano.
La fascinación por los gladiadores
Aunque las carreras de cuadrigas eran el espectáculo más popular entre los romanos, el público moderno sigue cautivado por los gladiadores, quienes combinaban violencia y habilidad en un entorno teatral. “Nos atraen y repelen al mismo tiempo, porque entendemos la brutalidad de esos enfrentamientos, pero también admiramos la intensidad de sus combates”, reflexiona Marqués.
Uno de los aspectos que sorprenden al lector es la existencia de gladiadoras y árbitros en los duelos. Estos últimos, generalmente gladiadores retirados, pausaban los combates para evitar errores o permitir descansos. Además, lejos del imaginario colectivo, no todos los gladiadores eran esclavos o prisioneros: algunos se ofrecían voluntariamente, atraídos por las recompensas económicas y la posibilidad de ganar su libertad tras apenas una docena de combates.
El cine y las naumaquias
El libro también aborda los espectáculos navales o naumaquias, que se realizaban en grandes estanques y, en ocasiones, en el Coliseo. Sin embargo, Marqués ha generado controversia al señalar un error histórico en Gladiator II. Aunque estas batallas acuáticas ocurrieron en el Coliseo bajo Tito y Domiciano, para el siglo III, cuando transcurre la película, ya no era posible inundarlo debido a la construcción de túneles subterráneos. La respuesta de Ridley Scott, quien defendió su documentación, fue motivo de anécdota para el arqueólogo, quien toma con humor el intercambio: “¡Es un honor ser criticado por Ridley Scott!”.
Con este enfoque único, Marqués logra acercarnos al pasado romano desde una perspectiva fresca y rigurosa, derribando mitos y mostrando cómo eran realmente los espectáculos que marcaron una era.