En esta entrada del Foro ICAD lanzamos una reflexión sobre el enfoque con el que árbitros y árbitras se enfrentan a las competiciones. Queremos conocer tu experiencia y tu punto de vista sobre una situación frecuente que se detecta entre el colectivo arbitral.
Cuéntanos, ¿cómo crees que podría cambiar el ambiente en las competiciones si los perfiles arbitrales se enfocaran más en objetivos positivos que en evitar errores?
3 respuestas
Habría un cambio, lento, por que estamos acostumbrados y nos enseñan que vivimos del error, que así debemos aprender , nunca reforzamos lo positivo, hasta las evaluaciones FIBA, lo único que muestran son errores, por lo tanto entramos al próximo juego con la presión de no cometer tal o cual error, y cometemos otros o más grandes errores, cuan hablamos de lo positivo del arbitraje, trataremos de mantener nuestro buen trabajo y los errores deberían or diminuyendo
Cambiar el enfoque desde “cometer menos errores” hacia “lograr el mayor porcentaje de acierto” es una mentalidad más positiva y productiva para un árbitro. Este cambio de chip permite centrarse en la toma de decisiones correctas y en la mejora continua, en lugar de estar preocupado por los posibles fallos. Al enfocarse en el acierto, el árbitro puede:
1. Mantener la confianza: Pensar en positivo ayuda a desarrollar seguridad en sus decisiones y a proyectar autoridad en el campo.
2. Desarrollar mejor enfoque y preparación: Con un enfoque en el acierto, el árbitro busca constantemente perfeccionar su conocimiento de las reglas, su posicionamiento y su capacidad de leer el juego.
3. Mejorar la mentalidad: Este enfoque permite una actitud proactiva que se centra en el aprendizaje y la mejora continua.
En resumen, pensar en positivo, buscando siempre el acierto, promueve una mentalidad de crecimiento que ayuda a los árbitros a mejorar su rendimiento y su impacto en el juego.
El enfoque de un árbitro al enfrentarse a una competición es fundamental para establecer el ambiente en el juego. En mi experiencia, cuando un árbitro se enfoca principalmente en evitar errores, puede caer en un estado de tensión y autocensura que repercute negativamente en su actuación y, en ocasiones, también en la percepción que tienen los equipos sobre su labor. Este enfoque “defensivo” tiende a restringir la confianza y el criterio del árbitro, lo que, en última instancia, afecta su capacidad de tomar decisiones con firmeza y mantener el control del juego de forma natural.
Por otro lado, si los perfiles arbitrales trabajaran desde un enfoque positivo, donde el objetivo principal fuese contribuir al desarrollo fluido y seguro de la competición, el ambiente en los partidos podría cambiar drásticamente. Un árbitro que prioriza objetivos como el juego limpio, la cooperación y el respeto en el campo, y que se siente respaldado para tomar decisiones con convicción, generará un entorno de respeto y confianza con los jugadores, entrenadores y el público.
Este cambio de enfoque no solo mejoraría el ambiente en las competiciones, sino que también permitiría a los árbitros desarrollar una mayor resiliencia y adaptabilidad. Así, en lugar de estar constantemente vigilantes por no equivocarse, estarían motivados por impactar positivamente en la experiencia de todos los participantes. Al final, un ambiente donde se promueve el respeto y la colaboración también facilita la autorreflexión y el aprendizaje, generando árbitros más completos y preparados para las exigencias de cada competición.